miércoles, 24 de septiembre de 2014

Nostalgias juveniles de los amoríos que matan.


Marhuenda: "Quiero que Pablo Iglesias y todo el mundo deje en paz a Franco". huffingtonpost.es

¡Pobre Marhuenda! Esto de creerse alguien importante, le está pasando factura a su salud mental.
Mira que es trapacero el señor Marhuenda: Franco, su dictador favorito, tiene que descansar en paz, pero él resucita a Carrillo para su argumento, seguirá mareando a Zapatero hasta que sus amigos terminen la legislatura... y, para colmo, se pone entrañable con Pablo Iglesias, porque le entran nostalgias juveniles de los amoríos que matan. 


Hay liberalismos que son como el tabaco: perjudican.
Dejaremos en paz a Franco el día en que los franquistas, como este individuo, desaparezcan del plano público e, incluso, de la galaxia. Dejaremos de hablar de Franco cuando los gobiernos del PP dejen de hacer franquistadas. 


Dejaremos de hablar de Franco cuando ese "sapo Iscariote y ladrón", que escribió León Felipe, esté enterrado en una cuneta junto a aquellos que masacró. Franco fue un asesino y los que le defienden lo son tanto como él, pues avalan sus asesinatos como medio para perpetuarse en el poder.
Oíd esto, historiadores, filósofos y loqueros…



Franco, el sapo Iscariote y ladrón en la silla del juez repartiendo castigos y premios, en nombre de Cristo, con la efigie de Cristo prendida del pecho, y el hombre aquí, de pie, firme, erguido, sereno, con el pulso normal, con la lengua en silencio, los ojos en sus cuencas y en su lugar los huesos. El sapo Iscariote y ladrón repartiendo castigos y premios y yo, callado, aquí, callado, impasible, cuerdo …(Poema "Pero ya no hay locos". León Felipe)

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